Marrackech by Misterce

Hace unos días me mandaban este vídeo...

https://www.youtube.com/watch?v=cyYcYs9bDFg

Marrakech completamente vacío, algo que jamás pensé que vería, porque si algo caracteriza a esta ciudad es su bullicio.

Viajo a Marruecos al menos dos veces al año desde hace 8. He sido testigo de la modernización de la ciudad roja, una modernización que ha ido en la misma progresión que la llegada de turistas y no puedo evitar añorar aquellos febreros en los que no había colas en el control de pasaportes, ni en la oficina de cambio ni en el Jardín Majorelle...

La primera vez que aterricé allí era verano, hacía un calor mortal, me alojé en el Palmeral en un hotel de lujo que abría sus puertas en modo prueba a un precio de chiste (35 euros la noche, creo recordar). Solo estábamos nosotros y otros tres españoles en un inmenso resort con vistas al campo de golf y una piscina gigante. La ciudad me abrumó. Jamás había visto algo parecido a la plaza Jemaa el Fna, centro neurálgico, entrada al zoco y Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Carruajes de caballos, monos amaestrados (espero que no tarden en prohibirlos porque muero de pena cada vez que paso por allí y los veo con sus pañales y su cadena), pintadoras de henna, zumos de naranja, serpientes, aguadores... todos a la vez pidiendo que les hagas caso y que les pagues por ello, claro. Nos perdimos miles de veces por el Zoco, nos timaron otras tantas veces para encontrar la dirección correcta, discutimos con todos los vendedores por no querer comprar, por el precio de lo que si queríamos... Fue estresante, desconcertante. Hitchcok ya se lo había hecho pasar así en los 50 a Doris Day y a James Stewart en “El hombre que sabía demasiado”. Agobio: esa es la sensación que muchos tienen la primera vez que pisan Marrakech, sensación que os garantizo que desaparece cuando te dejas llevar.  Desde aquel agosto han cambiado tantas cosas! Ha cambiado la ciudad y también he cambiado yo.

 

Amo Marrakech por muchas razones. El cambio cultural a menos de dos horas de vuelo es algo obvio, su arquitectura, su artesanía, su cocina también. Pero son las cosas pequeñas las que me llevan allí una y otra vez. Los suelos de mosaicos en cualquier lugar decadente, las buganvillas en flor durante todo el año, las soluciones ingeniosas para todas las circunstancias que te hacen recordar que cuando no hay una brida, un clavo o una regadera bien vale una cuerda, un palo o una botella agujereada, el reciclaje de absolutamente todo, sus combinaciones de colores antes extravagantes y que ahora inspiran a medio mundo, el té a la menta que te ofrecen cuando la compra venta se pone interesante (aunque esta tradición se está perdiendo... eso, o mis compras no son tan interesantes...) y los oasis que te encuentras casi detrás de cada puerta en medio de la absoluta locura del zoco. No pretendo hacer una guía de la ciudad solo os voy a contar mis lugares favoritos y algunos de los trucos que he ido aprendiendo en estos años.

Dormir

Hay miles de opciones, de precios, de ubicaciones y de estilos. Yo normalmente me quedo en algún hotel en Gueliz, un barrio residencial moderno, lleno de restaurantes caros, coches más caros aún, carente de encanto (en realidad todo tiene encanto en Marrakech) pero cercano a la Medina. Cuando voy me paso el día entero en el zoco buscando tesoros, así que necesito salir de allí cuando finaliza el día.  Me quedaba siempre en el Kenzi Farah, tenía un precio increíble, pero lo han modernizado (ahora se llama Kenzi Rose Garden) y ahora el precio ya no es tan apetecible aunque el hotel sigue siendo maravilloso. Justo al lado está el Hotel Farah, mucho (pero mucho) más modesto pero con un desayuno rico y buen precio. Otro de mis clásicos es el Novotel, con un ambiente joven, arte moderno en sus paredes, habitaciones europeas (con una decoración un tanto extraña), piscina sin jardín y buen desayuno. Mi consejo es que utilicéis buscadores en función de vuestro presupuesto, porque si no tenéis limite os esperan La Mamunia, el riad El Fenn, el Beldi Country Club... y un sin fin de propuestas lujosas.

No descartéis los riad, casas tradicionales distribuidas alrededor de un patio casi siempre con piscina. Son maravillosos, la oferta es inmensa también, la mayor parte dentro de la Medina.

Comer y cenar

Dentro de la Medina hay tres sitios (todos del mismo dueño y de otros tantos en la zona moderna) por los que absolutamente todos los turistas pasan: el Café des Épices, Le Jardin y el Nomad. El primero es el más informal, ha ido ampliando espacios, primero hacia arriba después hacia los lados; rico, precio razonable y un mirador excepcional a la Plaza de las Especias, perfecto para hacer una pausa rápida. Le Jardin tiene una carta más elaborada, como su propio nombre indica las mesas se ubican en un jardín, con una exquista y fotogénica decoración, aquí desconectas por completo de la locura del Zoco. El Nomad es un restaurante en varias terrazas, más caro que los anteriores pero igual de Instagrameable. En ninguno de los tres sirven alcohol desde hace tres años, fecha en la que se endureció la concesión de licencias para venderlo. Ni una triste cerveza, avisados estáis.

Otras recomendaciones en la Medina: el Shatatto, en lo alto de un edificio dedicado a jóvenes diseñadores de la ciudad. Para un té al atarceder: el Café de la France, desde arriba verás cómo se transforma la plaza. Cerquita está también Le Salama (aquí hay hasta “happy hour”) y su decoración es brutal. Y no puedo dejar este apartado sin recomendar el Kabana Marrakech, una terraza en la que lo mismo puedes ir a una clase de yoga a media mañana que asistir a una sesión de DJ mientras te bebes un cocktail por la noche. Recién llegado y no hace más que dar que hablar, un poco a desmano.

Fuera de la Medina yo no perdono una cena en la cooperativa de mujeres Al Fassia, si queréis probar cocina tradicional de verdad este es vuestro sitio. Reservad! El Café de la Poste mantiene el ambiente de reunión de expatriados (casi todos franceses) que tenía a principios del siglo XX, cuando los espías de todos los bandos se dejaban caer por Marruecos en busca de información o de un viaje para cruzar el charco. A veces se ponen tontos y exigen cierta etiqueta (pantalón largo para ellos y poca pinta de turista sudada para ellas), pero por algo sirven ostras y champagne a cualquier hora del día...

Si lo que quieres es empezar una noche de fiesta, que también la hay aunque yo no la frecuento, os recomiendo una cena en el Comptoir Darma, con danza del vientre incluida y un jardín maravilloso para tomarse una copa. Es turístico pero se cena realmente bien, caro pero rico. Si lo que buscas es ver a los famosos más famosos que se pasean por allí vete a Le Palace, no he ido nunca, pero si he visto fotos allí de Madonna (celebró allí un cumpleaños), Orlando Bloom, Leonardo di Caprio...

Compras

Ese gran apartado imposible de resumir en un blog... Mi único consejo: piérdete en el Zoco, con los ojos bien abiertos y cuando encuentres ese tesoro sin el que no te piensas marchar... prepárate para la guerra. El regateo es el deporte nacional, mi único consejo es que pienses en cuánto estarías dispuesto a pagar por tu hallazgo en tu ciudad. A que en un mercadillo no pagarías 50 euros por una cesta? Pues eso, sentido común y nunca menos de la mitad de lo que te piden (por norma general, aunque, créeme, te pueden llegar a pedir hasta 10 veces más...).

No te pierdas Max and Jan, la primera concept store de Marrakech y con una selección increíble. Otra visita obligada es la boutique de Nory Ayron (dentro de Le Jardin), aún no conozco su tienda nueva en la zona nueva de Marrakech, pero promete.

Fuera de la Medina pasea por el Hivernage, es el lugar elegido por Zara, pero también por un montón de diseñadores locales que han abierto sus tiendas allí. Mi favorita, sin duda alguna, es la casita rosa que acaba de abrir Chavi Chic es una auténtica maravilla. Otra casita de morirse es la de Some Slow Concept Store. En cualquiera de los dos sitios puedes ver la versión más actual de la artesanía marroquí.

A otro niivel está el barrio industrial de Sidi Ghanem  alejado, inmenso y poco atractivo para pasear, pero esconde joyas como el Magasin General Marrakech, una tienda de antigüedades y rarezas europeas de morirse. Visité la tienda en mi último viaje, nos recibieron un poco extrañados porque yo creo que solo van comprar los decoradores de super casas y super hoteles, pero me encantó pasearme entre sus estanterías, mostradores y vajillas...

Además hay showrooms de un montón de marcas marroquíes como Les Sens de Marrakech (de cosmética), cererías como Side Candle, el mobiliaria exterior de Moon Garden... De todo, pero hay que saber dónde y qué para no dar mil vueltas con el taxista que os lleve hasta allí. Yo os pongo en la pista, aquí os toca investigar (no porque me quiera guardar información eh, sé que es un lugar por explorar muy muy interesante).

También a las afueras de la ciudad, en la carretera de Essauira, más o menos a unos diez kilómetros de Marrakech hay un grupo de vendedores de cestas, muebles de madera hechos a mano, vasijas de barro, baldosas hidráulicas... Si no vas a comprar al por mayor no merece la pena la visita, si vas a comprar grandes cantidades ten previsto el transporte...

TRUCOS

Llegada: pídele a tu hotel que te recoja en el aeropuerto y si te sale muy caro escríbele a Samir a samirtranspine@gmail.com es la persona a la que yo contrato siempre que voy. Su flota de coches es moderna, su servicio siempre eficiente y sus precios buenos. Si quieres hacer una excursión es tu hombre, se encargará de todo lo que  necesitas. Mi viaje al desierto con él fue una experiencia inolvidable.

 

Cambio: yo no cambio nunca en el aeropuerto, como en todos los aeropuertos del mundo suelen tener un cambio poco interesante. Tampoco lo hago en el hotel. Bien es cierto que siempre me quedan dirhams en la cartera de un viaje para otro. Si quieres tener algo suelto cambia poco. El mejor cambio está casi siempre en la oficina (por definirlo de alguna forma) que hay en la entrada de la plaza Jemma el Fna, al lado del hotel Alí (me encantaría saber la cantidad de dinero y monedas que mueven en un día... es una locura) suele haber cola pero son rápidos.

Regateo: básico en su cultura, les parece mal que no les sigas el juego. Saben más que el diablo y si les regateas duro te llamarán bereber. Pero no olvides el consejo que os dí al principio: piensa cuánto pagarías tu en un mercadillo de tu ciudad por el mismo producto. Siempre, siempre, siempre, saldrán ganando, para eso están en su ambiente, pero tu pasarás un buen rato y si hay suerte te tomarás un fantástico té a la menta.

Comidas: mis favoritas son los tajine de pollo o cordero, el cuscús, claro (el viernes es la comida nacional), la harira: una sopa deliciosa que lleva de todo, se acompaña con dátiles y calienta el cuerpo, los zumos de frutas naturales, y la naranja a la canela es mi postre favorito. Reconozco que sus pasteles se me hacen demasiado empalagosos aunque hay una excepción, los de la pastelería Al Jawda en la rue de la Liberté, si vas a pasear al Hivernage llevate una cajita variada, querrás repetir.

Sanidad: espero que no te haga falta, pero hay farmacias en cada esquina y si la cosa es algo más peliaguda vete a la Clínica Internacional de Marrakech, gracias a dios hace mucho que no voy pero la única vez que fui era sábado, de noche y nos cobraron 40 euros por la consulta, poca cosa cuando tu sobrina se abre el labio en contra la mesilla del hotel...

Visitas imprescindibles

La Koutoubia la verás a diario, es la mezquita más grande de la ciudad, no se puede entrar, pero por fuera es espléndida. La Madraza Ben Youseff estaba en obras la última vez que fui, es la escuela coránica y lo que verás dentro es una demostración de arquitectura árabe maravillosa. También en el Palacio Bahia, para mi imprescindible. No puedo decir lo mismo de las tumbas saadies ni de el jardín de la menara, aparecen en todas las guías pero a mi son dos lugares a los que no es que no te recomiende ir, pero si tienes que escoger...

Por supuesto, y aunque tengas que hacer una cola de una hora a 45 grados a la sombra no puedes dejar de ir al Jardin Majorelle y al museo Yves Saint Laurent. Los jardines son soberbios, pero el museo es brutal. Allí verás una colección de trajes a lu ci nan tes. La primera sahariana que diseñó el francés, el smoking que querrías llevar mañana mismo, o los trajes de noche con los que no podrás dejar de soñar, además de una tienda con libros para las más fashionistas, y un restaurante en el que hacer la pausa más chic.

En el Jardín merece la pena que pagues la entrada del museo bereber. Su sala de joyas te dejará con la boca abierta.

Para no ser una guía me he extendido más que la Loleny Planet de fin de semana... Espero que os sirvan mis referencias pero no os olvidéis, el mejor consejo para disfrutar de esta ciudad es dejarse llevar, anque creo que ese consejo valdría casi para cualquier lugar del mundo....

 

 

 


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